La dictadura nicaragüense expulsa a la OEA.

La dictadura nicaragüense decidió oficialmente clausurar la oficina que la Organización de Estados Americanos (OEA) tenía en el país centroamericano, llegando al punto de revocar las credenciales de cada uno de los miembros de este organismo. De esta manera, se termina de confirmar lo que muchos analistas políticos veían como improbable: que el régimen de Daniel Ortega decidiese dar inicio a un proceso de aislamiento, convirtiéndose lentamente en una especie de paria en el continente, tal como los casos de los regímenes de Cuba y Venezuela.

Por supuesto, este argumento tenía argumentos de peso, principalmente el hecho de que, a diferencia de los casos de Caracas y La Habana, Managua mantiene diferentes tipos de relaciones no solo con numerosos países de América Latina sino también con los Estados Unidos. De esta manera, las implicaciones negativas que podría tener el régimen sandinista de salir de la OEA, podrían ser aún más delicadas que en los de la dictadura castrista y chavista.

Semejante decisión viene tras numerosos encontronazos entre Managua y la OEA, teniendo como punto de no retorno las numerosas declaraciones emitidas por el organismo luego de las últimas elecciones presidenciales, en las que consideraron no solo que estas fueron fraudulentas sino que la reelección de Ortega fue enteramente ilegítima.

En este punto, es fundamental recordar que el régimen nicaragüense decidió recientemente organizar una “pantomima” de elección presidencial, en la que, como era de esperar, culminaría con el dictador sandinista reelecto con una amplia ventaja sobre su competidor. Se trata de uno de los eventos más indignantes en la historia moderna del país centroamericano, tomando en cuenta que la dictadura no solo controla el poder electoral sino que también se encargó de perseguir a los políticos opositores de mayor peso, incluyendo a Sergio Ramírez.

El mensaje tras salir de la OEA.

Luego de dejar de formar parte de este organismo internacional, la dictadura de Ortega publicaría una nota en la que clamaría contra la OEA. “Ratificamos nuestra decisión de dejar la OEA. Nicaragua no es colonia de nadie,” el régimen manifestaría.

Lógicamente, este es el tipo de narrativas que los diferentes regímenes de izquierda en América Latina han usado en los últimos años para victimizarse, y así desviar la atención cada vez que estalla alguna clase de escándalo. Lamentablemente, lejos de tratarse única y exclusivamente de dictaduras, son numerosos los gobiernos y regímenes de izquierda en esta parte del mundo los que han hecho uso de semejante demagogia. Aquí se incluyen los casos de Brasil, Argentina, Ecuador, Bolivia, Perú, México, entre otros.

Pero volviendo al caso de la OEA, vale la pena recordar otro episodio que aceleró la decisión del régimen de Ortega de dejar de formar parte de este organismo y expulsar a sus representantes en el país. Este episodio fue nada más y nada menos que las inesperadas palabras del ex embajador de Nicaragua en la OEA, Arturo McFields.

OEA

En un momento que indudablemente formará parte de la historia moderna del país centroamericano, McFields acusaría públicamente a Daniel Ortega y a su dictadura no solo de reprimir a la oposición, sino también de censurar a los medios de comunicación y violar sistemáticamente los derechos humanos en el país.

De cualquier manera, lo único que demuestra esta decisión por parte del régimen nicaragüense contra la OEA es la disposición de Daniel Ortega de tomar cualquier acción con el fin de sentirse más blindado. Especialmente en un momento en el que la luna de miel entre el pueblo y el caudillo llegó a su fin hace un par de años, en el ejército sandinista asesinando a manifestantes inocentes.

De esta forma, la decisión de la dictadura de empezar a aislarse, gira en torno a la necesidad de Ortega de reforzar el control a nivel interno para así alcanzar mayor estabilidad. Todo esto sin importar las espantosas consecuencias que tendrá que sufrir el pueblo nicaragüense.

 

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